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Testimonio de Margarita Hilamo Mestizo

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Testimonio de Margarita Hilamo Mestizo

Soy Margarita Hilamo, mujer comunera, indígena de la etnia nasa y gobernadora del resguardo indígena Huellas-Caloto, suroccidente de Colombia. Esta región esta azotado por el conflicto armado desde hace muchos años y el movimiento indígena y su dirigencia sigue siendo víctima de violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, de amenazas, hostigamientos, estigmatizaciones, persecución política y seguimientos entre otros.

Soy una mujer que desde temprana edad he participado en los procesos del movimiento indígena, ocupando diversos cargos de autoridad indígena, y también fui coordinadora del programa mujer a nivel zonal de la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca) durante 5 años, y hago parte de la autoridad del resguardo Huellas Caloto desde el 2014, primero como capitana, hoy en día como gobernadora, en ejercicio de la autonomía política que nos otorga la Jurisdicción Especial Indígena.

En el marco de la defensa del territorio, en contra de la minería ilegal y la exigibilidad del respeto al ámbito territorial de los sitios sagrados como lagunas, ríos, quebradas, humedales, bosques, reservas forestales y otros espacios de la madre tierra, se han adoptado decisiones politicas para la defensa de nuestro territorio, una de ellas fue realizar una minga (movilización) en la que participaron más de tres mil personas de la zona norte en abril del 2014. En ese momento yo era Capitana en el resguardo, y a partir de este mismo día, de forma directa, fui amenazada y dos semanas más tarde sufrí hostigamientos al llegar a mi casa. Desde este momento comenzaron las amenazas, algunas individuales a través de mensajes de texto de parte de grupos paramilitares, y amenazas colectivas de parte de las FARC, en una incluso estoy nombrada personalmente. La última amenaza recibí hace dos semanas (el 23 de octubre) a través de una llamada, en la cual me dijeron que me daban 24 horas para dejar de hablar del tema de corrupción en el municipio.

En los ultimos dos años, desde que hago parte de la autoridad del resguardo, he recibido 5 amenazas por teléfono y 18 mensajes de texto, varios seguimientos, intimidaciones, una extorción de parte de las Farc, señalamiento como guerrillera en varias ocasiones y otros. Todo esto lo denuncié en diversas ocasiones ante la personería, desafortunadamente hasta hoy sin que haya habido una respuesta.

Razones de las amenazas se encuentran en que las mingas y controles territoriales van en contra de los intereses de empresas mineras, los cuales están aprovechando las necesidades de la población y la falta de oportunidades en las regiones, siendo las principales afectadas de esta situación las mujeres. Desde la guerrilla se amenaza al movimiento indígena y sus autoridades bajo el pretexto de que están trabajando con el Estado y en contra de su lucha reivindicadora por los derechos de los pueblos y me atrevo a pensar que el hecho de haber tenido que tratar varios casos de violencia sexual de parte de milicianos, también ha influido.

A pesar de mi compromiso con la comunidad y el amor al movimiento indígena, esta situación de tensión y zozobra continua me está afectando mucho y no me deja descansar. También siento mucha desconfianza hacia otras personas, siento temor de expresarme y contar lo que estoy viviendo, y esto me pasa hasta con la propia gente, esto me pone triste. A menudo siento miedo, miedo en las noches, pero también miedo de andar sola. Sobre todo en el pueblo principal, Caloto, me asusta salir o entrar a la oficina. Este riesgo se reconoce y por esto me han asignado acompañamiento de la guardia, sin embargo por falta de personal y falta de recursos sigo moviéndome sola en muchas ocasiones. También hay personas que tienen miedo de andar conmigo por las amenazas que he recibido, y junto con la desconfianza, esto me lleva a cierto aislamiento. Lo que más me impactó era la partida de mi hija. Hace casi medio año, por todo lo que me está pasando, ella decidió ir a vivir a Bogotá porque ya no aguantaba la situación. Lo que rebosó el tarro era la amenaza en la cual me dijeron que si no me callaba, tendría que ir a recoger a mi hija al cementerio. Comencé también a culparme por no haberla cuidado bien y sentí que estaba perdiendo una importante parte de mi apoyo. Hoy en día la entiendo, y a pesar de la distancia, seguimos en buen contacto y desde la lejanía me sigue apoyando, como lo hace también mi compañero y mi hijo, por lo cual estoy muy agradecida.

También he recibido apoyos puntuales de algunos Fondos de Acciones Urgentes, de la misma organización indígena nacional ONIC y algunas ONG acompañantes, sin embargo no ha sido suficiente para resolver mi situación.

Además he podido contar con el apoyo cultural y espiritual a través de los mayores y las mayoras con las plantas de nuestra madre tierra. Esto me ha permitido tener más fuerza espiritual y equilibrar la armonía individual y familiar y me ha dado mucha fuerza para aguantar y para seguir caminando.

Muchas gracias por su atención.

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A pesar de mi compromiso con la comunidad y el amor al movimiento indígena, esta situación de tensión y zozobra continua me está afectando mucho y no me deja descansar. También siento mucha desconfianza hacia otras personas, siento temor de expresarme y contar lo que estoy viviendo, y esto me pasa hasta con la propia gente, esto me pone triste. A menudo siento miedo, miedo en las noches, pero también miedo de andar sola.

Violaciones: