Máxima Acuña de Chaupe
Galardonada del 2016 para Sur y Centroamérica
Máxima Acuña, agricultora de subsistencia de la sierra norte del Perú, exitosamente defendió su derecho a vivir en paz y vivir de su propio terreno, un terreno codiciado por las empresas mineras Newmont y Buenaventura, impidiendo la entrada de la mina de oro y cobre, el Proyecto Conga, a una cuenca importante.
Máxima Acuña de Chaupe: Vigilada
Hacia fines de marzo visité a Máxima Acuña de Chaupe defensora del ambiente y del derecho a la tierra, en su hogar en la región de Cajamarca, Perú. La próxima novela gráfica que produciremos trata de defensores y defensoras del ambiente y el derecho a la tierra en riesgo, que cuestionan a las compañías extractivas. Máxima confronta con Newmont Mining (EE.UU.) y su contraparte peruana, Yanococha Maning, que están tratando de que se retire de su tierra para construir una enorme mina de oro, conocida como Conga.
En el norte de Perú, Máxima Acuña defiende su tierra ante la mayor productora de oro de Sudamérica
Soy pobre y analfabeta, pero sé que nuestra laguna y las montañas son nuestro verdadero tesoro, y lucharé para que el proyecto Conga no las destruya.
Máxima Acuña de Chaupe es integrante de la Asociación de Mujeres en Defensa de la Vida y de la Unión Latinoamericana de Mujeres (ULAM). La defensora de derechos humanos lleva más de 20 años viviendo en sus tierras, en el sector denominado Tragadero Grande, Sorochuco, Cajamarca. En 2011, la compañía minera Yanacocha intentó comprar las tierras de la defensora y, cuando ésta se negó a vender, una campaña de intimidación y violencia comenzó en su contra. Máxima Acuña de Chaupe se ha convertido en una de las líderes más visibles de la oposición a la mina a cielo abierto de oro y cobre, llamada Conga, y ha apoyado a personas que han sido desalojadas forzosamente como resultado del proyecto minero.
Mientras que muchos defensores/as de derechos humanos (DDH) pueden operar libremente en Perú, quienes trabajan por los derechos medioambientales, especialmente respecto de los efectos de las industrias extractivas en el medio ambiente y los derechos humanos, hacen frente a una dura represión que incluye intimidación, campañas de difamación, amenazas de muerte, vigilancia y hostigamiento judicial. Periodistas y sindicalistas también son blanco frecuente de ataques.
